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viernes, 18 de noviembre de 2016

La hipersensibilidad emocional


Hola a todos.

Hoy me gustaría hablaros de la hipersensibilidad emocional. Sólo por el nombre podemos imaginar lo que es: una persona que siente con más intensidad de lo normal. Yo nunca había oído hablar de este término hasta que mi psicóloga me dijo que era hipersensible. Quiero decir, sabía que soy una persona bastante sensible pero no conocía hasta qué punto.

Según lo que he leído, sólo existe un 15 o 20% de la población que es hipersensible. Seguramente si miras a tu alrededor es posible que tengas a un familiar o amigo que lo sea también.

Dos de los rasgos que más nos caracterizan es la creatividad y la intuición. Esa bendita intuición que a veces nos salva de personas malintencionadas, otras veces puede que exageremos lo que vemos. La creatividad, que usamos para poder liberar toda emoción dentro de nosotros.

Hubo una época en que estaba tan deprimida que me encontraba bloqueada emocionalmente. No podía leer ni escribir. Fue el hecho de no escribir, de no poder expresar lo que sentía con nadie, ya que me encontraba en una situación bastante difícil con mi alrededor, que causó mi perdición, una depresión bastante peligrosa llena de pensamientos oscuros.

La hipersensibilidad es considerada como un don, aunque si no se trabaja puede resultar un inconveniente. Otro de los rasgos que nos caracteriza es la empatía¡y esta es la que te puede jugar una mala pasada si no aprendes a controlarla! 

Soy una persona esponja, absorbo las emociones de los demás. Para poneros un ejemplo, mi pareja tiene mucha tendencia a estresarse y yo puedo sentir, aunque no me diga nada, su estrés. Entonces yo intento empatizar con él para que pueda compartir su estrés conmigo y le preguntó cuáles son las razones por las que se encuentra así. Cuando me lo cuenta empiezo a sentir un estrés horrible, a pesar de que sea algo que a mí personalmente no me estresaría. Al final no puedo más y le pido que termine de hablar, estando de mal humor junto a él un rato.

Otro ejemplo que os podría poner es cuando alguien me hace daño, mucho daño y siento una cólera bastante fuerte (os repito, todo lo sentimos con más intensidad), y al poco tiempo me vienen con cara de cordero degollado. Veo que están tristes por el daño que me han hecho. ¿Cómo me siento? Culpable. El enfado sigue estando dentro de mí pero deposito las emociones del otro en mí y me apropio de ellas. Es por esto último que la empatía puede jugar una mala pasada, el no saber diferenciar si lo que sientes es tuyo o si lo que sientes pertenece a la otra persona

No sólo ocurre con las personas, también ocurre con los lugares. Recuerdo una de las últimas veces que me sentí triste y angustiada por el solo hecho de estar en ese lugar. Sin embargo, estábamos en un día festivo y la gente festejaba ese día bailando y bebiendo. Yo le decía a mi pareja que me parecía un sitio bastante triste. Miraba las casas, las personas, todo lo que estaba a mi alrededor, no podía evitar sentirme mal. Las casas no tenían color, típicas casas del norte viejas. Muchas de las personas estaban borrachas, a pesar de que reían y se divertían no era eso lo que me transmitían. Podía ver que era gente pobre, muchos con problemas de alcohol y eso me causaba angustia. Aunque en general no me gustan los sitios con demasiada gente, me siento asfixiada.

Muchas veces me han dicho que lo exagero todo, que soy demasiado sensible, que me lo tomo todo de manera personal. Soy bastante vulnerable a mi entorno. Bastante vulnerable a las críticas de mis seres queridos. También soy vulnerable a las críticas de desconocidos o conocidos pero es algo que puedo llevar mejor.

Soy como una montaña rusa. A veces me siento eufórica, otras veces me siento melancólica, me enfado con bastante facilidad y también se me puede quitar el enfado rápido. Siempre he condenado mi sensibilidad e intentado ser o parecer fría como una forma de autoprotegerme. Al fin y al cabo pocas personas nos entienden y cuando esto ocurre nos sentimos solos. Porque si hay algo que siempre me he sentido es sola. Entonces intento camuflarme.

No sólo yo he condenado la sensibilidad, también la condena la sociedad. Es por esto último que nos sentimos solos. Una persona a flor de piel no es la mejor considerada a nuestro alrededor, si bien puede ser una de las mejores personas a las que entregar nuestra tristeza.

Un amigo mío me dijo hace poco, y se me ha quedado marcado: Alba, les hablo a mis amigos de mi depresión y ellos me escuchan y me apoyan, pero siento que sólo tú me comprendes.